Lavanda de criminales, cromolitografía, 60,2 x 64,3 cms.

Esta lámina fue utilizada para fabricar un pequeño folleto con obras del grupo Existencialismo Exótico (E.E de ahora en adelante), grupo al cual perteneció Chobart cuando tenía 26 años, y del cual fue fundador junto a su amigo Luis de la Rosa. El juego de palabras que da título a la cromolitografía es ineludible: las coloraciones violetas, similares a la tonalidad de la flor lavanda1 , hace referencia al color por el cual están atravesados las cinco personas representadas, que en un orden de derecha a izquierda son, o al menos parecen ser: (abajo) Julio Órdenes, Antoine Dabin y Maurice Chobart; (arriba) Luis De la Rosa y Pedro Alastuey. Los cinco, fundadores del movimiento pictórico, se ven contaminados por los vertiginosos plumeados que emborronan sus figuras. El fondo de tonalidades violetas se oscurece por las violentas capas de pintura, lanzadas una tras otras como si hubiesen sido literalmente arrojadas con rabia por el pintor con su pincel. La tensión del cuadro se refleja por las caras de los pintores, alargadas y caricaturizadas, de rasgos casi inexpresivos, casi de mal humor, como si hubiesen sido retratados a la fuerza. Se crea la impresión de que fue una pintura no autorizada por los modelos, o mejor dicho, por la banda de pintores criminales […]

Maurice Chobart, vivió casi toda su vida en el extranjero, recibiendo y acaparando todo lo que implicaba su formación foránea, muy lejana al provincialismo que reinaba en ese entonces en nuestra patria: vanguardia, aburguesamiento, refinamiento, desmesura pero con algo de concentración, gusto por el exotismo, locura, revolución, incomodidad y comodidad ante lo establecido, efectismo, antimonarquismo, culto por el siglo XIX, filia y odio hacia la guerra, entre otra serie de ambigüedades difíciles de precisar2 .

Chobart tenía 22 años cuando estalló la Guerra, y su familia, de noble abolengo pero con un presente cada vez menos prometedor, decidió emigrar poco antes de la ocupación del país invasor. Estuvieron un tiempo asilados en varias embajadas, de distintos países, donde el futuro pintor, que en ese tiempo estudiaba con ahínco en la Universidad, tuvo que desertar irremediablemente. El exilio de su patria natal fue la excusa perfecta para dedicarse a la pintura, tarea que el padre toleró mientras pensó que sólo sería transitoria, pues creía que “pronto volvería a la rutinaria vida estudiantil” como se lee en uno de los diarios de vida del pintor. Pero ya antes, desde muy temprano, cuando a los 15 años tomó clases de acuarela con un pintor de quién no se sabe nada, afirmó con mucha convicción que lo suyo sería para siempre la pintura.

«Voy a trabajar con esmero. Me voy a romper los dientes, me emborracharé por las noches y seguiré pintando al amanecer, fornicaré con el caballete a mi lado, con una mano tocando las formas y las curvaturas de la amada, y con la otra, acariciando mi pincel para soltar mi muñeca a la hora de pintar. Voy a revolucionar el arte, voy a ser un instrumento del arte, y no descansaré hasta lograrlo, hasta romperme las manos y desgastarme los nudillos y los hombros y dislocarme entero. Si no lo logro, al menos podré decir que toda mi vida se me fue en ello, en tratar de ser un genio de la pintura. Mi único epígrafe tatuado, mi único epitafio posible en mi lápida será: ¡Trabajó hasta la muerte!».

Tanto exceso juvenil provocó muchas crisis y angustias durante su vida, descuidando muchas veces su entorno e inclusive su propia figura. […] No era gordo ni flaco, pero siempre se veía desgarbado y vestido de mala manera, con las ropas sucias y el pelo despeinado. Las fotos de su juventud atestiguan su belleza, pero al compararlas con las últimas fotos que se hizo, se puede ver como la desesperación y las ansias por triunfar en un mundo tan hostil e inestable terminaron transfigurando su rostro, haciéndolo senil a una edad en que aún los últimos brotes de la juventud se pueden vislumbrar a simple vista.

Las obras completas de Chobart3 impresionan más por su desmesura, que por el real peso que tuvo en su época como influencia, como fuente de creación en la cual el resto de los artistas pudo haber bebido.

Por otra parte, a pesar de que Chobart cultivó el círculo de amistades, y de que inclusive formó un grupo de corta vida llamado E.E (Existencialismo Exótico) sus relaciones personales eran complicadas. Chobart podía durante una noche alabar la obra de otro y despreciar la propia, para al día siguiente escribir un artículo crítico donde despedazaba al otrora exaltado. «Era un maricón ambiguo, pero ambiguo hasta la última médula y falange» , decía uno de sus más cercanos amigos, el pintor Luis De la Rosa, también miembro de E.E, que no se refería precisamente a la sexualidad de Chobart, que era abiertamente heterosexual y mujeriego.

El primer manifiesto del grupo titulado, Arte como actividad cultural total4 , se afirma en muchos postulados del grupo expresionista El Paso -que consideraban hermanos espirituales- los cuales veían a la cultura como una oposición directa a la civilización, afirmada y solventada por la burguesía, más preocupada en el progreso de la industria que en el progreso de la cultura. “No hay nada más anticultural que un empresario justificando el orden moral por la cantidad de trabajo y de capital. El mismo comunismo cae en el mismo juego del capitalismo, y su única crítica seria a la realidad económica sería a la mala distribución de la riqueza, condenando la plusvalía”. Para referirse al progreso de la industria, visto desde la ciencia, el grupo explicaba que la ciencia se había pervertido por la mentalidad del estanquero y del demagogo, los cuales apoyaban a los científicos para controlar y delimitar, no para crear ni para generar cultura. Las ideas utilizadas para definir cultura, por parte de E.E, son complicadas pero a la vez fácilmente rebatibles. Los grandes pensadores de la posmodernidad habrían hecho tambalear este exceso de idealismo, tildándolo de anacrónico, revisionista y antojadizo. Cultura puede ser y proceder de cualquier actividad humana, es la crítica más sencilla y acertada para referirse al manifiesto de E.E, de lo cual podríamos desprender que el motivo central del grupo no se enfocaba directamente en la cultura, sino que en el arte. Ese es el campo dialéctico de fuga, la trinchera que los hermanaría con el grupo literario “Parasitarismo”, y por supuesto, los llevaría a rivalizar con otras vanguardias del momento.

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1. Utilizada, entre otras cosas, para la fabricación de perfumes, desinfectantes para el baño y desodorantes ambientales.

2. Esta breve lista se presume inútil, pues es vana la pretensión de asir el espíritu de una época. Para ello, sugieren algunos especialistas, habría que ahondar en lo más profundo del inconciente colectivo y tratar de descifrar la compleja maraña de símbolos que ahí transitan y se relacionan. Otros apuntan al estudio particular de la lengua, pero estos son temas que exceden a esta humilde reseña.

3. NOTA DEL TRANSCRIPTOR: La nota al pie falta en el documento original
 
4. Para un examen más detallado del documento, sírvase consultar la revista Predios del Vergel, número 34.

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