Manifiesto autorretrato, óleo sobre vidrio, 50 x 70 cms, 59 x 79 (montura)

                                                                            (detalle)
                
Un rostro salpicado con tonalidades entre ocre y carmesí, componen la figura del pintor que aparece pintándose a sí mismo. Su incipiente calva, sus ojos arrugados, su nariz aguileña, reflejan un rostro cadavérico y luminoso, acentuado más aún por el brillo que provoca el vidrio. Sobre su obra, Maurice Chobart ha dicho: «la pinté para ser expuesta en una galería en penumbras, con un par de velas en el piso, iluminando un altar que simboliza la egolatría. Yo mismo soy mi propio profeta. Mi ojo de vidrio en el vidrio, como Verde sobre verde 1 ». Efectivamente, el pintor, por circunstancias no del todo claras, perdió su ojo izquierdo […]

Sobre el accidente abundan distintas versiones. Algunos, los que lo conocieron en vida, afirman que lo hizo por decisión propia, pues «habría querido imitar a otro pintor que se cortó una mano, pero de ojo» (sic). Otros dicen que como tenía una vista perfecta del ojo derecho y una pésima del izquierdo, se arrancó un ojo dejándose solamente el defectuoso, proyecto que correspondía análogamente a “emular a los grandes pintores miopes del XIX, que desprovistos de gafas y monóculo, con la esencia policromática en sus venas, inventaron gran parte de la vanguardia pictórica y la gran rectora del decimonónico: el impresionismo francés”. Pero esa idea cae por sí sola, pues no hay verdaderos registros de esa supuesta miopía que aquejó a tan ilustres pintores, y damos por sentado que Chobart era lo necesariamente instruido como para saber aquello.

Otra hipótesis2 (confirmada por algunos amigos, y no tan amigos, que lo visitaron asiduamente) hablaba de un supuesto hermano gemelo3 , que eran idénticos comos dos gotas de agua pero de espíritu diametralmente opuesto; el pintor era conversador; el otro más silencioso que una piedra; el pintor era alcohólico e inestable en el amor; el otro abstemio, casado y monógamo. Mientras uno se dedicaba con ahínco a la pintura y vivía en condiciones que a veces rozaban lo infrahumano, el otro llevaba una vida de lujos y riquezas, fieramente alimentada por su cada vez más en alza negocio de telas. Esto generó una crisis de personalidad en el artista, el cual no podía mirarse al espejo sin recordar a su odiado hermano gemelo. Para diferenciarse, ya no bastando con peinados y barbas extravagantes, se sacó un ojo, para verse y ver totalmente distinto; retirar un órgano de su cuerpo para liberarse (o tener la ilusión) de ser él, y no el otro […]

_____________

1 La referencia al fallecido pintor de vanguardia puede ser interpretada como una manera de pacto con éste, una relación agónica que finalmente apunta a la exterioridad de la indestructibilidad en la forma, en la supremacía del contenido auténtico del color por sobre el contenido, en el triunfo definitivo de la voluntad del artista para pintar lo que le plazca.

2 Acá abundan múltiples versiones, cuál de todas menos veraz o al menos más difícil de constatar. Nos remitimos a la técnica que desarrolló Herodoto en su construcción de la Realidad Histórica: ponemos las versiones más revelantes, aún cuando sean contradictorias entre ellas y no le tengamos mayor fe. Que el lector pues, sea el que juzgue.

3 No existe ningún documento que avale la existencia de este supuesto hermano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario